Bajé del autobús
con las maletas en las manos, justo cuando el
camión avanza logro ver una tierra extraña, desconocida totalmente para
mi, a lo lejos logro percibir una villa no tan lejana, tan sólo éramos mis
maletas y yo, nadie más. Ver como las personas te miran extraño y nadie te
ofrece por lo menos su ayuda, sin querer
choqué con una linda joven, sus ojos cafés hicieron un efecto raro en
mí, me hipnotizo y tartamudeé al pedirle
mis disculpas, ella asintió y me saludo.
Dios mío —pensé—
jamás podre llamarle la atención, al parecer escuchó mi alarido y regresó hacía
mí invitándome a dar la vuelta, fue una tarde maravillosa.
Pasó el tiempo y
nos distanciamos jamás podre averiguar porque, jamás había indagado demasiado,
al tocar la puerta de la casa de esa chica, atiende una persona mayor, recuerdo
exactamente lo que me dijo al preguntar por ella, pues había muerto y jamás
pude superarlo, tengo diez días llorando en esa cañada donde aquella tarde tuve
la mejor que he vivido en mi corta vida. Atardece y siento que tocas mi hombro
y me pides perdón, explicando que tenias miedo, que nadie te había visitado en
el lugar de tu fallecimiento.
Te interrumpo y te
confieso que aquella tarde me enamore de ti, que aquella tarde no me importó
que fuese de madrugada la hora que nos despedimos y cuando te perdí sentí que
una gran parte de mi se había ido, confieso que me asustó la idea de que no
estuvieras en mi mundo yo te podía ver y sentir, pues teníamos una gran
conexión y jamás nos separamos, en el pueblo me decían loco, pues hablaban de
un joven que cada noche subía la cañada a ver a su amada, al morir se creó la
leyenda, misma que es el porvenir de nuestro amor.
Bolaños Gutiérrez
Tu Voz, El Viento Y Mis Poemas.
(Bolaños Gutiérrez José Roberto, 10/Noviembre/2007).
Foto:
No hay comentarios:
Publicar un comentario