lunes, 5 de junio de 2017

Bocetos

Traté de encontrar en esas líneas algún mensaje que me dijera que yo no estaba equivocado, que no había perdido la oportunidad de mi vida, sin embargo, la verdad era otra, la había perdido para siempre. Ahora vivo leyendo esas cartas, encontrando un motivo, una ilusión desairada, algún paisaje oculto en la penumbra de un bosque maldito.

Ya no sé si vuelva a creer en mí, ya no sé si existo, comienzo a creer que ella me robó el alma, me siento perdido.

Ayer encontré la última de nuestras conversaciones en un cuaderno de la escuela, recordar el cómo evadíamos al profesor para poder comunicarnos en silencio a través de las notas que, bueno, ya no hablaré de eso que me ilusionaba, hoy me lastima el hecho de tenerlas conmigo, ¿Qué eso me hará fuerte?, no lo sé, pero encontraré un motivo para serlo.

En este preciso momento estás leyendo —si lo haces— una carta que probablemente no tenga sentido, tal vez para ti no, pero Ana entenderá la gravedad de la situación, no sé si piense en mí tanto como yo en ella.

Quiero que sepas que en algún momento de mi vida te amé como a nada en el mundo, de hecho, sigo haciéndolo, sólo que ahora me consumo en las llamas del olvido y la desilusión, y duele bastante.
Si has llegado al final de estas notas te felicito y te dejaré un pequeño consejo:
No esperes nada de las personas, al final de cuentas terminan decepcionándote de alguna manera u otra, si quieres confiar, hazlo, pero tú sabrás hasta qué punto confiar es sano, y por último, no esperes nada de la vida, sal a por él.

No necesitas creer en nadie más, creer duele, comienza a confiar en ti y verás cómo cambia tu vida.

Firma:

Tu Abuelo. 


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