Construí en pequeños pedacitos de papel, un
conteo que hizo mi corazón, de tantas eternidades que pasé soñando un mensaje,
una llamada, o un sonido que viniera de mi puerta y me mostrase tu rostro, eso
quería, he aquí un recuento de aquellos años que viví.
Eternidad Número 1:
Arrojé tus fotos y retratos fuera de la
casa, no comprendía bien las cosas, sólo sé que me sentía triste, me sentía
vacío y sin respuesta aparente de mis alegrías. Viví el primer día con
pesadillas vivientes, no creí que fuese a sentirme tan vacío, la casa no es la
misma sin ti.
Esta carta trata de decirte lo mucho que
han cambiado las cosas de la noche a la mañana, y yo, bueno, sigo con la mirada
hacia la calle, esperando a que por error entres en esta calle y pases por
enfrente de lo que alguna vez fue tu hogar.
Eternidad Número 2:
Sigo viendo hacia el jardín, no sé por qué,
pero el destino quiso que me topara con las cartas que me diste cuando
comenzamos a salir, la nostalgia se hizo presente con su amiga la
desesperación. Debo de admitir algo, me hice adicto a la amargura y al vivir en
los recuerdos.
Eternidad Número 3:
Ya no sé si vivo o muero, si respiro aire o
nostalgia, las lágrimas que he dejado sobre me cama se han secado, las flores,
el jardín ya maltratado, me hice tan adicto a ti que nunca pensé en la manera
de comenzar una rehabilitación si algo de esta magnitud pasaba. Le pido a tus
fantasmas que ya no tengan piedad de mí.
Eternidad Número 4:
Creí haber escuchado los pasos de los
niños, aquellos pequeñines juguetones que compartieron tantas tardes conmigo, y
a ti, bueno, ya no espero noticias tuyas, creo que eso ya es ventaja. Mientras
tanto, vivo esperando a que mis hijos entren por esa puerta.
Eternidad Número 5:
Encontré el aquél café a alguien más, no sé
si sea correcto escribirlo, pero comienzo a sentirme bien conmigo mismo. Espero
que sea una nueva oportunidad para levantar las ruinas de aquél castillo que
construí.
Eternidad Número 6:
Te doy las gracias por haber llegado a mi
vida, por enseñarme que no necesito de nadie para seguir adelante, por ponerme
una desviación para que pudiera aprender el camino de regreso, si te llego a
ver, con gusto te sonreiré y te invitaré un café, porque de esto los dos
aprendimos, que seas feliz, sólo eso deseo por ti.
Bolaños Gutiérrez José Roberto (25/Noviembre/2014)
De Tu Mano.
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